23 de octubre de 2019

Te sigo recordando, Amanda

En un año me has enseñado a reconocer unos ojos transparentes y libres de prejuicios. Me has regalado casi a diario una sonrisa, una caricia y últimamente alguna palabra. Me has sacado las dudas, como si fueran espinitas, cada vez que me he sumergido en el mar que las habita. He sabido gracias a ti que los niños preferís jugar con cosquillas y canicas a tener un móvil en las manos. También he batallado con los miedos más atroces cada vez que te venía a visitar la fiebre. Del amor incondicional ya sabía, pero tú lo has elevado a niveles inimaginables. He aprendido a respetar tus gustos, en todos los sentidos, y -a pesar de mis ganas locas de enseñarte mil canciones- he desechado la idea de inculcártelas como doctrina. He sentido y siento nuevamente la vulnerabilidad de fantasear con una nueva vida, que llegue de lejos, de dónde no tienen apenas nada, también gracias a ti.
Ojalá, Amanda, se cumplan todos tus sueños, que sé que son muchos y bonitos. Me asusta que no sepas llorar, aunque sé que es esa extraña "característica" que te hace ser diferente al resto de personas.
Ojalá todo Amanda. Ojalá siempre.

1 de octubre de 2019

Magia pura

Algunas canciones tienen la particularidad de hacerte creer que la vida es más sencilla de lo que aparenta. El de Sevilla sabe de eso, al final va a ser cosa del sur. Me lo imagino, así con sus aires de cierta debilidad, desvistiendo al mundo y dejándolo endeble y descalzo, mientras garabatea en su viejo cuaderno. Pero esto lo cuenta mi cabeza, que también es todo un mundo, y a veces se deja deslumbrar por la silueta de un amanecer que apunta maneras (de vivir).
Detrás de ese dejarme arrastrar por la incertidumbre, no me voy a engañar a estas alturas, hay un montón de luceritos que parpadean a modo de brindis. Y saltan, y gritan y me susurran que me acuerde de las tardes en las canchas cuando el flamenco no sabía de penas ni de puñaladas. Y entonces ya la bajada sin frenos por la cuesta más pronunciada de cualquier carretera del pueblo donde veraneabas: así viajan a veces, pocas, los buenos pensamientos. El rock, las tardes de más vino que rosas, la disconformidad ante lo impuesto, el orgullo de pertenecer a un barrio con olor a sardinas.
La vida ahoga cuando se pone puta, pero si la miras de frente te das cuenta de que también sabe de miedos y tristezas. Quizás sólo necesite a sus amigos, un poco como yo.
Algunas canciones tienen la particularidad de hacerte creer que es más sencilla de lo que aparenta, y como todo lo sencillo, son las más bonitas.
Cuento las horas para sentirlas, esta vez en casa, que es el bar de madera aquel. Con mis amigos, que son magia pura.