1 de octubre de 2019

Magia pura

Algunas canciones tienen la particularidad de hacerte creer que la vida es más sencilla de lo que aparenta. El de Sevilla sabe de eso, al final va a ser cosa del sur. Me lo imagino, así con sus aires de cierta debilidad, desvistiendo al mundo y dejándolo endeble y descalzo, mientras garabatea en su viejo cuaderno. Pero esto lo cuenta mi cabeza, que también es todo un mundo, y a veces se deja deslumbrar por la silueta de un amanecer que apunta maneras (de vivir).
Detrás de ese dejarme arrastrar por la incertidumbre, no me voy a engañar a estas alturas, hay un montón de luceritos que parpadean a modo de brindis. Y saltan, y gritan y me susurran que me acuerde de las tardes en las canchas cuando el flamenco no sabía de penas ni de puñaladas. Y entonces ya la bajada sin frenos por la cuesta más pronunciada de cualquier carretera del pueblo donde veraneabas: así viajan a veces, pocas, los buenos pensamientos. El rock, las tardes de más vino que rosas, la disconformidad ante lo impuesto, el orgullo de pertenecer a un barrio con olor a sardinas.
La vida ahoga cuando se pone puta, pero si la miras de frente te das cuenta de que también sabe de miedos y tristezas. Quizás sólo necesite a sus amigos, un poco como yo.
Algunas canciones tienen la particularidad de hacerte creer que es más sencilla de lo que aparenta, y como todo lo sencillo, son las más bonitas.
Cuento las horas para sentirlas, esta vez en casa, que es el bar de madera aquel. Con mis amigos, que son magia pura.


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