En un año me has enseñado a reconocer unos ojos transparentes y libres de prejuicios. Me has regalado casi a diario una sonrisa, una caricia y últimamente alguna palabra. Me has sacado las dudas, como si fueran espinitas, cada vez que me he sumergido en el mar que las habita. He sabido gracias a ti que los niños preferís jugar con cosquillas y canicas a tener un móvil en las manos. También he batallado con los miedos más atroces cada vez que te venía a visitar la fiebre. Del amor incondicional ya sabía, pero tú lo has elevado a niveles inimaginables. He aprendido a respetar tus gustos, en todos los sentidos, y -a pesar de mis ganas locas de enseñarte mil canciones- he desechado la idea de inculcártelas como doctrina. He sentido y siento nuevamente la vulnerabilidad de fantasear con una nueva vida, que llegue de lejos, de dónde no tienen apenas nada, también gracias a ti.
Ojalá, Amanda, se cumplan todos tus sueños, que sé que son muchos y bonitos. Me asusta que no sepas llorar, aunque sé que es esa extraña "característica" que te hace ser diferente al resto de personas.
Ojalá todo Amanda. Ojalá siempre.
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Hace 2 años