31 de mayo de 2012

Como el viento de poniente


  
"De niño no me gustaban los libros ni las sotanas
ni salir en procesión,
era tan desobediente como el viento de poniente,
revoltoso y juguetón.
En vez de mirar pal cielo
me puse a medir el suelo que me tocaba andar,
y nunca seguí al rebaño,
porque ni el pastor ni el amo eran gente de fiar".


Nunca me he sentido una persona especialmente "destacada" en ninguna materia, de hecho, buena parte de mis miedos y tristezas tienen que ver con el hecho de no quererme en demasía, ahora bien, hoy me apetece apuntar que me siento orgullosa de mí, carencias incluídas, y de haber conseguido hacer de mi vida un caminito -estrecho, sí- pero transitado por grandes compañer@s y guiado, sentido común delante, únicamente por mí.

2 comentarios:

David dijo...

Eh, eh, eh... eso qué significa? que vas a dejar de pensar primero en todos los demás? Mierda!
¿Carencias incluídas? Eres la única persona que conozco que no tiene nada de eso.
Adorable.

Mariajillo dijo...

Tú sí que eres de eso...