11 de marzo de 2015

Me quiero

Por encima de mis medias, ya me entiendes. Y no es que te pida prestada un poco de lógica matemática, es que los mejores cálculos están ahí arriba, donde los nudos ya no muestran resistencia, y no hay duda que no acabe en cenizas. 
Y pienso en una posible recaída, como efecto primario del modo en que me explicas que vas a dejar de fumar, y que igual podrías salir a correr conmigo. Desplanificar la vida a tu lado es volver a los tiempos de vino y rosas, es querer reconquistar la primavera, es reservar el bocado más dulce para el final. 
Desde el margen cansado, el rio de lo superfluo pasa sin hacer mucho ruido, con lo que resurgen nuevas prioridades. No me interesa ni la magia ni el veneno de ciertas ilusiones, huyo de lo vanal, lo reiterado, lo cansino y lo impreciso. 
Y eso. Que mi realidad es invitarte el viernes a cenar, y el sábado a un concierto en el bar de siempre. Es que apoyes la mano sobre mi media izquierda y reconozcas la canción que están cantando, porque la escuchaste antes, porque es la que sonaba en aquél momento concreto. ¿Sabes? Quizás entonces me atreva a decirte que te quiero. Perdón, que me quiero. Contigo. 

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