25 de junio de 2015

Clases de baile

Es casi ley. Es casi tango. Para que la belleza del movimiento aflore sólo hace falta que uno avance, y el otro retroceda. Y ese es el baile, ese es el maldito y perverso baile de la vida. El sublime mareo de caderas, el vértigo de la caída cuando tu brazo en mi espalda todavía se llama duda.. Eso debe ser volar. Desplegar las alas no parece complicado hasta que entiendes que, forzosamente, has de aterrizar. 
La música termina. También es casi ley. Y el baile ya no es un acompasado juego de avances y retrocesos. Con el silencio comienza la caída, despacio en su inicio; la sensación del final tiene forma de nudo corredizo, que se desliza de garganta a pecho, avanzando, retrocediendo. 
Y ésta viene siendo la historia de Eme. La historia de alguien a quién invitan a participar en el mejor espectáculo de danza del mundo, ignoranes de que ella, asustada, apenas sabe bailar.

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