18 de noviembre de 2015

Pensamiento mágico

El pensamiento mágico consiste en atribuir un efecto a un suceso determinado, sin existir una relación causa-efecto comprobable entre ellos. Así, podríamos poner como ejemplo la fe o la superstición, pero a Eme siempre le pareció mucho más interesante el uso que -de tal pensamiento- hacen los niños, porque Eme -algunas veces- es una niña que mira -cansada- la batalla eterna entre sus monstruos y superheroes. En los días de lluvia, camina cabizbaja, como si el peso de la oscuridad empujara su mirada hacia cualquier charco que albergue reflejos. La niebla, en cambio, baila a contraluz, con un movimiento ligero y circular, tan de labios que juegan a resistirse, tan de beso al fin y al cabo. El niño de verde le explica estos cuentos a Eme y ella que -algunas veces- también es una niña salta sobre el primer charco sin reflejo y atraviesa la niebla y entonces la arrastra la magia del pensamiento. Eme coge impulso y -aunque nunca aprendió a volar- sí sabe tocar el cielo. Y allí, tan arriba, se encuentra con el mismo reflejo del charco. Suelo y cielo separados por una neblina que baila a contraluz.
El peso de la ambivalencia, los buenos y los malos, el miedo, la oscuridad, el pensamiento mágico.. Pasear, cabizbaja, con la mirada hacia cualquier charco y ver el reflejo de un niño que viste de verde, y explica cuentos de niebla a contraluz. De pequeñas gotas que corren hacia arriba, como buscando canciones. Algunxs creen que son gotas que andan descentradas, como locas. Yo prefiero pensar que están vivas.

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