Fuimos los primeros, pero eso no bastaba para palmear nuestras espaldas o entonar un "ey, qué bien lo estáis haciendo". Nos quisieron, sí, y sacrificaron su vida por nosotros y -con ella- nuestros sueños.
No creo en las obligaciones. Me gusta amar desde arriba, rindiendo pleitesía a un cuerpo ajeno que no sepa a disciplina, entendiéndolo, conociéndolo y compartiéndolo. Busco la seguridad que perdí en alguna comparación y pocas cosas me ilusionan más que colocarme ante cualquier escenario y escuchar las estrellas. Me encanta hablar, y daría parte de mi vida por vencer los monstruos que todavía habitan bajo mi calma. Que la vida es sueño. Y que cada día sueño con un trocito de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario