27 de febrero de 2016

Patrones

Nos obligaron a vivir por debajo de casi todos, rindiendo pleitesía a una disciplina ajena, que ni entendimos ni compartimos nunca. Nos hicieron inseguros a golpes de comparaciones, colocándonos en el escenario de los perdedores, desde donde mirábamos las estrellas a escondidas, soñando con algo diferente. Aprendimos a callar y a ocultar el miedo como acto de dignidad, tratando de ser solidarios con la alegría que -como niños- debíamos tener, pero que ni siquiera conocíamos. La calma, como un edificio apuntalado, se desvanecía un par de veces al mes, cuando nos atrevíamos a explorar algún terreno desconocido, atractivo, impensable entonces. 
Fuimos los primeros, pero eso no bastaba para palmear nuestras espaldas o entonar un "ey, qué bien lo estáis haciendo". Nos quisieron, sí, y sacrificaron su vida por nosotros y -con ella- nuestros sueños. 

No creo en las obligaciones. Me gusta amar desde arriba, rindiendo pleitesía a un cuerpo ajeno que no sepa a disciplina, entendiéndolo, conociéndolo y compartiéndolo. Busco la seguridad que perdí en alguna comparación y pocas cosas me ilusionan más que colocarme ante cualquier escenario y escuchar las estrellas. Me encanta hablar, y daría parte de mi vida por vencer los monstruos que todavía habitan bajo mi calma. Que la vida es sueño. Y que cada día sueño con un trocito de vida.

No hay comentarios: