6 de septiembre de 2017

Días

Hay días en que aprieto el verbo poder con las manos, pero sólo veo alambradas. Me incomoda el silencio, y el ruido apesta a himno añejo. No sé si quiero o debo, y el presente es un tiempo que cambiaría en un chasquido de dedos que ni siquiera sé entonar. Lamentarme me produce un cansancio impermeable, y mi piel se hace transparente dejando a la vista todos los órganos que allí habitan, con sus cicatrices remachadas e imperfectas.
Sin embargo, hay días de olor a jazmín, y de rituales obscenos que provocan una turbia y maravillosa explosión de cualquier termómetro que se atreva a acercarse a mí. Me atraen los sabores orientales y bebo con la certeza de un previsible pero siempre único estado de conjunción mayúscula, de entendimiento profundo e irrepetible.
Hay días que ni blanco ni negro, ni torpe ni hábil. Ni nada. Días de nada. De paso del tiempo. Ni indultos, ni castigos. Ni tembleques, ni estatismo. Ni nada. Ni bueno, ni malo. Ni ser, estar o parecer. Ni nada.
Hay días de abundancia. De vicio, de pecado, de lujuria, de sexo, de ron. De todo.
Hay días de mierda, de vida, de mirar hacia atrás, de cerrar los ojos. Hay días de nada. Y hay días de todo. Pero a ti, cariño, te miro. Y siempre veo noches.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y tú? Escribes tan precioso que lastima. Lavapiés y yo te esperamos.

Mariajillo dijo...

Tú sí que escribes precioso. Hacía años que nadie comentaba nada aquí, al final, el desierto quema menos de lo que parece. Dile a Lavapies que pronto. Gracias por tus palabrejas.

Anónimo dijo...

¿Me prestas las tuyas? Parece que refresca.