
Harta de utilizar plurales, me enfundo en un utilísimo velo de nácar que oscurece cualquier interacción con lo cotidiano. Busco algo parecido a un semblante simpático, capaz de contener el más minimo atisbo de sospecha y encuentro un vestido de color gris ceniza que deja al aire el comedido trabajo diario de algún sol furioso pero libre. La fiebre y el sudor, esta vez compartidos, producen ruidos extraños, seguidos de silencios cada vez más insoportables. No hay actividad frenética, porque todo se reduce a conformismo temporal. No existe razón alguna que pueda señalarme con ese dedo de aburrimiento y ahogo. No existen normas que acatar, ni caminos rectos, ni caminos. Nada de lo que sube, necesariamente ha de bajar, ni hay que poner buena cara al mal tiempo; y las sombras son sólo indicios de que, más o menos cerca, resplandece un chorro de luz. Lo pasado se ha apresurado, más de la cuenta, en desaparecer, y al otro lado, intuyo un futuro con olor a mermelada de melocotón y cosquilleos en el estómago.
3 comentarios:
Mañana a las 13.15h llega mi avión. ¿Me invitas a comer? ¿Sabes? En el fondo... sigues siendo aquella cría...
Gracias Sandra.
Dice un proverbio chino que la noche es más oscura justo antes del amanecer...
Publicar un comentario