27 de marzo de 2012

Latidos

Que dictan que estamos vivos, a pesar de las palabras, las mismas que marcaron mis primeros años de vida. O las que sobrevolaban los días de adolescente sin rumbo. Nada cambia, porque jamás nadie te explicó que, en la vida, es más útil crear que destruir. Nada cambia porque -cuando el mundo vive aterrado detrás de tu muro de hormigón- pierdes la fe en ese estado de igualdad que sólo conoces por las revistas clandestinas. Pero si, en todo este tiempo, logras recolocar las piezas de un puzle imperfecto, eres capaz de crear y moldear un alma dispuesta a querer a pesar de tus lanzas, entonces, habrás -y a pesar de ti- hecho un buen trabajo. Si, por el contrario, el poder de la derrota gana -finalmente- esta eterna batalla, buscaré -todavía no tengo claro dónde- los abrazos que -confío- algún día te apetezca darme. Quizás entonces puedas sentir mis latidos, que son los tuyos.

2 comentarios:

Jordi dijo...

Nos abrazan a diario, pero a su manera. Piensa que nadie les enseñó a hacerlo mejor... lo que daría por estar cerca de ti estos días difíciles, sé que andas bien arropada. Apenas una semana para abrazarte, cuento las horas.

Mariajillo dijo...

Y yo. Huír de aquí empieza a ser necesidad.