8 de noviembre de 2011

Piedras

A veces tropiezas con alguna, preciosa, radiante, azul. No atinas a vislumbrar qué alma generosa te la colocó en el camino, justo en el momento en que casi todo era azufre y desorden. Pequeños regalos caídos de alguna nube sexualmente satisfecha, que adornan la pequeña pantalla del cutre Nokia. No la deseas para ti, porque, a pesar de los tiempos, te agota la propiedad privada. Aún así, acaricias su existencia, por estar dotada del peligroso compromiso de ser especial y diferente. Piedras preñadas de sonrisas, miradas cómplices, pasos cansados cargados de futuro. Piedras que se adaptan rigurosamente a la palma de tu mano, a la palma de tu vida.
Ahora tratas de recordar a quién te enseño a creer en amuletos. Le buscas para hacerle saber que ya no crees en las casualidades, ni en los días de lluvia. Te gustaría decirle que no existen las piedras preciosas, que eras tú -con la necesidad de encontrarte- quién las coloreaba de azul. Que no eran más que el reflejo de tu melodía, sin sentir ni padecer. Piedras deformadas por el paso de los años, que -a duras penas- sobreviven a la erosión que les supone un gesto amable, sincero.
A pesar de todo, la sigues pensando, y tus días son un poco más tristes desde que no están.
Piedras. A veces azules, a veces inertes, siempre preciosas.

PD. Jodidas ganas de llorar, ahora que ha salido el sol.

3 comentarios:

D. dijo...

A lo largo del camino, encontrarás cien millones más de ésas... lo verdaderamente importante es que sigas teniendo el don de colorearlas.
Mirar siempre adelante.
Bienvenida al mundo Iphone!!!!

Mariajillo dijo...

Espero no encontrar tantas. Casi mejor no encontrar ninguna más.

Gracias!!!! Un mundo complejo, eh? Pero es chachi! Hoy le compré una funda de silicona azul... es tan bonito...

(¿Te veo el sábado en el bolo de Andrés?)

San dijo...

Parece mentira que con 31 tacos aún no hayas aprendido ciertas cosas...