16 de noviembre de 2012

Santiago

Empezaba el curso. Hacía una semana que había regresado de Santiago, patriota hasta las trancas, y huérfana de todo. En aquella época ya comulgaba con alguna idea del partido, más por herencia que por convicción, pero con la fe que exigía compartir su sangre. Allí, aprendí a escuchar, en las calles, en las plazas, en los cafés. Me interesaban, de forma especial, las desventuras de Amanda, una puta que antes había sido bailarina, o al revés, no recuerdo. Fiel a su vestido de franela verde, trazaba las líneas de su pasado entre tequilas y resignación. Amanda consiguió cambiarme -con la habilidad de un trilero en mala racha- a Neruda por Huidobro. Y, así, supe que las golondrinas se cortan las alas cuando están de luto, y que las princesas viven en astros doloridos, lejos de sus enanos. Escuchar a quién tiene algo que decir es un modo de comprender la vida, más como verdad relativa que como agujero negro en medio de la nada. En Chile me enamoré, claro.

Empezaba el curso. Todas las mañanas conducía hasta la facultad, servil y sumisa a nuevos rituales, que pronto se hicieron costumbre y, más tarde, recuerdo. A la altura del mercado de Vía Julia, dejaba que sonara "Vine del Norte", y -con ella- también sonaba el tardío recitar de los que vislumbran el futuro en posos de café, allí, en La Chascona. Llegaba al bar de Mundet, que me perdonen las clases a primera hora, y te miraba, convencida de que me salvarías, sin hablarme, sin saber de mi febril existencia. Hablabas de paradigmas, de soledades... pero nunca conmigo.

Anoche fui a ver a Ismael Serrano, y -como cada vez que lo hago- deseé que no cantara "Vine del Norte". En el segundo bis, el poeta sale -sin su banda- y permanece quieto ante un Palau en silencio, a la espera... "Vine del Norte buscando una canción y una cruz..." No, esta vez no voy a huír, porque en mi hambre, en mis miedos y en mi pena mando yo.

PD. Hace meses (quizá años) que me reclamas una entrada en mi blog. Nada de lo que pueda escribir sería suficiente. Me gustaría volver una mañana a la cafetería de Mundet, David.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Joder. Joder. (No creas que yo no escuchaba tus paradigmas, eh?)
Conocerte y compartir es lo mejor que me ha pasado en la vida. Ojalá el tiempo que pasas con A. sirva para transmitirle un poco de ti.
Gracias, relacionar "mi" entrada con Santiago, con Huidobro... no sé... gracias.

Sandra dijo...

Vale, deja de subir canciones y mierdas y escribe en todas las entradas.
Mola porque sólo con este post, consigues que David vaya a ver al Pons #estrategiasmolonas

Mariajillo dijo...

Que no! El David que viene al concierto no es "tu" David, es un compañero de trabajo, lista.
Vente tú y calla.

Maria dijo...

Que me perdonen las clases a primera hora????? Vivías en el bar TODAS LAS HORAS!

Mariajillo dijo...

María: Iba al bar en las clases que consideraba que podía aprender más fuera que dentro ;-) (Te vienes a comer a mi casa, no?)

David: Arnau me mira mal desde el sábado. Me empieza a preocupar el tema, la tata Mariajo ya no es mala, ahora es "mala y fea"... Pronto empieza con los epítetos chungos.