2 de noviembre de 2008

Vine del Norte

Hoy va de canciones, de esas que, despiadadas, consiguen conquistar viejas heridas, abriéndolas de nuevo. Canciones que duelen, a pesar del tiempo y la distancia. Canciones que, a las doce del medio día sólo provocan un cierto gesto de recuerdo, pero que la madrugada las transforma, y el alcohol las coloca ahí adentro, y no salen, por mucho que te tapes los oidos.

Hay una canción que me acompañó durante el tercer año de carrera. A esas horas en que debería estar prohibido levantarse, salía de casa y me refugiaba en mi viejo Ibiza. Colocaba la cinta, y escrupulosamente buscaba el minuto 27. Salía en silencio del barrio, para que nadie pudiera reconocerme y, una vez, adentrada en la ronda apretaba el Play. Y entonces comenzaba a llorar, y a maldecir mi vida por no regalarme historias como las de la canción. Y, de nuevo, pensaba en los mismos momentos en que el resto del día luchaba por borrar, y en los paseos por la playa.

A día de hoy, todavía no puedo escuchar "Vine del Norte" sin que me duela. En sus conciertos, me tapo con fuerza la boca, para no gritar de pena, o melancolía, qué se yo. Pero a pesar de todo, no conozco canción más bella. Y sigo esperando el día en que pueda escucharla sin sentir que me quedé en la mitad. Sigo esperando el día en que alguien quiera carretear conmigo las calles de Santiago.

"Vine del norte buscando una canción y una cruz, y allí se cruzó un cometa, y en su estela estabas tú. En Madrid seguiría lloviendo, triste como lo dejé, y en Santiago con tus luces y su noviembre me quemé.
Y fue después de un concierto, una noche en tu universidad, allí te encontré de nuevo, "Hoy te invito a carretear". "Acepto gustoso tu oferta, sólo con una condición: que no se acabe esta noche y que no me enamore yo".
Andando por La Alameda, tú me empezaste a contar causas, azares y luchas, en estos días y al pasar por delante de La Moneda, tú tarareaste a Jara. Me miraste, "Así tan duro, tienes un aire a Guevara".
Y entramos en un bareto, y allí alguien cantaba a Fito. "A este paso me enamoro, sólo me falta otro pisco". "Déjate de historias, súbete ahí, y cántame una de Silvio". "Sólo si me das un beso", y todos cantaron conmigo.
Salimos del bar borrachos, agarrados de la mano, y en la calle como siempre jodiendo andaban los pacos. Tú les gritaste "¡Asesinos!", y los dos echamos a correr. Tú reías, y en tu risa yo me veía caer.
Pero, "¿Dónde has estado este tiempo? Se hace tarde, vete a casa", y en tu abrazo a lo lejos, creí oír a los Parra, cantando para nosotros. Será mejor que me vaya. Ahí quedé, solo, gritando, sin ti, "Te recuerdo, Amanda".
"Te recuerdo, Amanda".
Al tiempo llegué a mi norte, con una canción y una cruz, con la estela de un cometa, con tu mentira y con tu luz. En Madrid seguía lloviendo, tal y como lo dejé, y en Santiago tantas cosas, hoy me muero por volver.
Hoy me muero por volver. "


Vine del Norte -I. Serrano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy deseando que actualices... y sí, yo carreteo cualquier calle contigo, lo sabes, no?