30 de octubre de 2012

Tu calle

Si hay algo por lo que merece la pena tener una sensibilidad extrema, es por las sensaciones que me invaden cuando leo cosas como ésta:
 
Como de pronto, ayer y sin buscarlo,
me encontré con tu calle. Parecía
que estaba todo igual. Y justo enfrente
estaba aquel quiosco. Las hojas de los árboles
amarillas de otoño y de recuerdos.
Carrera apresurada hasta tu casa.
Y yo parado en esa misma esquina. Era la noche
lo mismo que las noches cuando estaban
vestidos de domingo los amores.
Y tú te detenías un momento. Y me lanzabas
el beso del adiós y la sonrisa.
El automóvil desde el que yo moría
arrancaba despacio. Y en la radio
un programa nocturno y soledades.
Luego venia el camino solitario, la nostalgia
del alcohol y las manos. La tibieza
de tu pecho perdido. Recordaba
como el dolor de las cafeterías solitarias
tu voz cuando gritabas en la alcoba mi nombre.
Está la calle igual. O eso, al menos,
me parece al andar por las aceras.
Y miro a tu ventana. Ya no hay nadie.
Un cartel de se vende. Sólo eso.
 
Rodolfo Serrano
 
PD. ¿Alguien me acompaña a la presentación del último libro de García Montero? Vale... y ya que estamos, luego toca Marwan en el Oncle... 

2 comentarios:

Sandra dijo...

Yo, yo y yo!

Leo dijo...

Y yo, claro.