2 de enero de 2013

Barcelona


Me columpio entre el tímido tintineo de ansiadas revoluciones. Empieza la cuenta atrás, que me transporta al frío deseo de hipnotizar las manillas de mi muñeca, para que sueñen contigo, como lo hacen, desde hace 50 años, aquéllas que viven con un pensador, y un poeta ateo.
De dudosa seriedad son los rituales con los que consigo complacer a mi mente inconexa, cuentos sencillos, casi aceptables, que aún creen sentir el vértigo de algún atardecer en el Puente Carlos.
Nada perdemos, pues nada tenemos. Crisipo o el empeño de pensar con el hemisferio izquierdo. Qué más da. Mañana volverá a ser ayer, y el vaso de cerveza sigue estando medio lleno.

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