Hay quién dice que de los miedos nace el coraje, y de las dudas las mayores certezas. Afirman por ahí que en los extravíos nos esperan nuestros hallazgos porque es preciso perderse para volver a encontrarse. Hacía tiempo que no sentía la necesidad de escribir nada, tal vez porque estaba lo suficientemente perdida como para no encontrar razones por las que detenerme a sentir ninguna palabra. También sucede que suelo encontrar las mejores ideas durante las noches de borrachera, en algún concierto o en los momentos en los que me invaden las ganas de acabar con todo, no parece sensato coger papel y boli en cualquiera de esas situaciones.
El tiempo aprieta sin tregua, y tal vez mañana no estemos en disposición de vencer. Hay batallas con nombre y apellidos, con fecha de caducidad. No consuela el saber que vivimos rodeados de mentes enfermas de verdades absolutas, de consciencias, esas grandes refugiadas bajo el sólido velo de nuestro miedo a sentirnos culpables. Estamos condenados a convivir con la amenaza de la traición, que pocas veces acecha de frente. El uso de las palabras como moneda de cambio es el terrorismo de estas calles, hoy bañadas en lluvia. Y palabras como honestidad, amistad, solidaridad, esfuerzo, lucha.. sólo se intuyen en las miradas de algunos niños.
Entre todo este entramado de "peros", me veo en la obligación de rescatar un "sin embargo", porque no hay tranquilidad y calma más placentera, que la de compartir huidas con todos vosotros. Sólo por eso, merece la pena seguir encontrándome.