18 de mayo de 2010

Solos

Después de todo, estamos como siempre,
tan solos como el barco
del Holandés Errante,
lo mismo que una tarde de domingo,
igual que un niño
en el primer día de colegio.

Tan solos como siempre y tan vencidos.
Como si fuéramos César frente a Asterix
o Supermán ante la kriptonita,
o don Juan luchando
contra las estatuas
en el cementerio de Sevilla

Estamos ya, mi amor,
en la tercera fase,
cercanos sin siquiera comprendernos,
extraños como estaban
Lauren Bacall y Bogart en la Senda Tenebrosa.

Y, sin embargo -no sé como decirte-
daría la pierna que le falta a John el Largo
por volverte a tener
cuando en los cines
me cogías de la mano dulcemente
cuando Bela Lugosi sonreía
igual que yo al morder tu carne trémula
y beber de tu sangre hasta el delirio.

Rodolfo Serrano

Andamios

—Después de todo, creo que el pasado ya lo tengo asumido —dijo Rocío, recién desembarcada del sueño, todavía en posición fetal.—¿Y entonces? —preguntó Javier, mientras encendía su tercer cigarrillo consecutivo. —El problema es que no creo en el futuro. Menos aún en mi futuro.— O sea que no creés en mí. —Por supuesto que creo en vos. Creo en vos como presencia actual, aquí, a mi lado. Pero ¿qué vendrá después? —Después también estaré yo. Te advierto que no vas a poder tirarme tan fácilmente por la borda.— Javier, no se trata de algo tan personal como nuestra relación, que ojalá dure mucho, ojalá dure siempre. Pero en el futuro no estamos solamente vos y yo. Abro el diario, miro la tele, y me parece estar inmóvil, aletargada, en un rincón de la catástrofe. No puedo soportar la mirada de los niños de Ruanda, de Sarajevo, de Guatemala, y menos aún los de la Villa 31 en Buenos Aires o, aquí mismo, los de cualquier cantegril, próximos a ser desalojados. Hay días en que me siento enferma de impotencia. Vos y yo ¿qué podemos hacer? Nada. Y no me refiero a este país de morondanga sino al mundo gigantesco. Huele a podrido el mundo gigantesco. En la cana me reventaron. Está bien: aguanté. Estoy tranquila conmigo misma. Pero no me alcanza con estar tranquila apenas con mi conciencia. Quiero estar tranquila con la conciencia de los demás. Y no lo estoy. Francamente no lo estoy. Otros también aguantaron y salieron en escombros. ¿Y qué pasó con esa suma de sacrificios? ¿Qué cambió? Es como si formara parte de un suicidio generacional. ¿Valía la pena jugarse la vida por esta derrota? Tal vez tenía razón Andrés Rivera cuando se preguntaba: ¿qué revolución compensará las penas de los hombres?
Ahí está el riesgo, me parece. Hay seguros de vida, seguros contra incendios, seguros contra robos. Pero en política, y mucho menos en la revolución, no hay seguros contra la derrota. No obstante, hay una dignidad que el vencedor no puede alcanzar. ¿Qué te parece este axiomita? Tené en cuenta que lo escribió nada menos que Borges, un señor bastante victorioso. Por otra parte, no creo que todas las luchas fueran en vano. Artigas, Bolívar, San Martín, Martí, Sandino, el Che, Allende, Gandhi, hasta el mismo Jesús, todos fueron derrotados. Es cierto que el mundo de hoy es más bien horrible, pero si ellos no hubieran existido, seguro que sería peor. Hemos aprendido muy poco de la derecha, pero la derecha en cambio sí ha aprendido algo de la izquierda.— ¿Por ejemplo? —Por ejemplo, que las masas populares existen. Antes simplemente las borraban del mapa ideológico. Sólo valían como objetos de explotación. Ahora en cambio valen, además, como objetos de consumo. Y como consumidores, que no es poco. Por lo menos las masas existen para generar los dividendos de los poderosos. Pero hasta las multinacionales han aprendido que los seres humanos no consumen desde la indigencia. Y entonces les dan migajas y los convencen de que con esas migajas deben adquirir bienes prescindibles como si fueran imprescindibles. Es una payasada, claro, pero esa payasada engendra una dinámica muy especial. Entre ricos y pobres sigue habiendo un abismo, pero la diferencia es que ahoratodos, ellos y nosotros, sabemos que es abismo. Rocío se estiró en la cama, como desperezándose. Javier no tuvo más remedio que admitir que su desnudez era conmovedora.—Y además —dijo él, con una seriedad fingida—, llevas en ti misma la refutación de tu peregrina teoría.— ¿Qué refutación? ¿Estás loco? —Tus pies.
—¿Qué pasa ahora con mis pies?— Que son hermosos. Tan hermosos que contagian a todo tu cuerpo de su hermosura. Y frente a ese milagro,¿qué importa toda la fealdad del mundo? Rocío se tapó los ojos, horizontalmente, con las dos manos. Antes de que Javier se acostumbrara a su inesperado desconcierto, vio que por debajo de aquellos dedos blancos, indefensos, novatos, asomaban dos lágrimas antiguas.

Andamios (Mario Benedetti)

Un año sin ti, pero sigues tan presente...

14 de mayo de 2010

Sueños

Llueve. El dibujo que la ventana deja entrever es todavía más triste, más descuidado que entonces, cuando estabas aquí.
El paso de quienes recorren las calles es tan quieto y cansado que sólo mirarles cree retroceder unos quice pasos dirección norte.
La búsqueda empieza a paralizar órganos, no hay hallazgos que merezcan ser considerados relevantes, las buenas noticias se esconden debajo de alguna piedra gris, con forma de espiral.
Hoy no recordó sus sueños, tal vez sonó con tu recuerdo.

11 de mayo de 2010

Amores posibles

Ninguna dirección debería estar prohibida. Prohibir es una palabra tan peligrosa que resulta digna de almacenaje eterno. Como mucho, debería prohibirse el aburrimiento. O los guisantes.
De la misma manera, tampoco debería existir el daño gratuito, porque, puestos a herir, tengamos clara la recompensa, si es que atinamos a encontrarla...
Llamar a un tiempo verbal “pretérito imperfecto” es algo más que un capricho semántico.
Pero jamás existió combinación de palabras más injusta, ni argumento más cobarde: amor imposible.


Miran al cielo y piden un deseo:
contigo la noche más bella.
Amores imposibles
que escriben en canciones
el trazo de una estrella.
Cartas que nunca se envían.
Botellas que brillan
en el mar del olvido.
Nunca dejes de buscarme
la excusa más cobarde
es culpar al destino.

Amores imposibles (I. Serrano)

2 de mayo de 2010

Carta de un naúfrago



PD: Afortunadamente el buque ha pasado de largo... Ojalá yo también pudiera escapar de toda esta mierda.

Pilares

Hace algunos años sentí la necesidad de establecer los pilares de mi vida. Era una época de preocupaciones constantes, sobre todo a nivel laboral. No hubo opción, o enloquecía o construía una pirámide de prioridades entorno a las cuales colocar cualquier acto, causa y consecuencia.
Tampoco tuve que reflexionar demasiado, mis pilares son (en este orden): familia/pareja, amig@s, música/ocio y trabajo. Estas cuatro palabras interactúan constantemente, y digamos que dan un poco de sentido a la mayoría de mis actos.
Para encontrar un poco de equilibrio, molaría pensar que yo también formo parte de los pilares que mencioné. Y, en un derroche de autoconcepto, he de decir que estoy casi segura de ello. Por lo tanto, tengo bastante claro el porqué de prácticamente todo; el resto, y no caeré en la diplomacia, me la trae al pairo.