28 de enero de 2015

Yo soy así

 Como esencia, parte única y, disculpen el apunte religioso, sacra. "Ser así" como modo de reivindicación de lo auténtico, lo especialmente particular de nuestro ser, esa estrellita pequeñita y firme a la que invoca Robe cuando se cansa de ser hombre. Pero la primera del singular del ser se tiñe de interrogantes cuando pretende justificar cualquier acto de nuestra vida diaria.
El "yo soy así" apunta y dispara, sin miramientos, al brillo de pupilas inquietas, al palpitar de costillas heridas. Mudar la piel, y el alma, es tan necesario como abrir la mente al cambio, a la evolución, al devenir del tiempo, de la historia. Supongo que, por eso, huyo de expresiones ferreas y opacas, me dan miedo. De ayer o anteayer, sólo conservo ese pequeño porcentaje de esencia, un poco de mi padre, otro tanto de mi madre y un bastante de mí, mi vida, unas veces melodía, otras escudo.
Creo que tengo suerte de no "ser así", incluso de tener serias dudas a la hora de saber cómo soy. Por lo demás, todo bien. Me gusta vestir de negro, dejarme deslumbrar por el brillo de cualquier pupila inquieta.. Y palpitar, a día de hoy, es el verbo que mejor conjugo.

14 de enero de 2015

Llenando el vaso

Hoy leía acerca del lado oscuro de los pensamientos positivos. El artículo venía a explicar que de poco sirve ver el vaso medio lleno (o medio vacío) como acto aislado al hecho de llenarlo, aislado a la -a veces- complicada tarea de ponerte manos a la obra y hacer, de forma consciente, lo que buenamente puedas (o quieras) con ese puto vaso. Durante algunos meses, quizás años, me sumergí -siguiendo el consejo de los mejores terapeutas- en la piscina de las frases optimistas, adentrarse en el camino del "todo va a ir bien" es, sin duda, la decisión más peligrosa que alguien pueda tomar. Todo no va a ir bien, pero puede que tampoco vaya mal del todo. Juegos de palabras aparte, quiero entender parte de la vida como un juego, y alimentar -así- mi sed de competición.
Hace un año que nos inscribimos a nuestra primera carrera. Creo recordar que mi corazón estaba tan enfermo entonces que -al llegar a la meta- quiso salir por la boca y continuar corriendo en busca de un cuerpo menos febril, de unas manos que supieran qué hacer con un vaso medio vacío. Pero todo estaba en orden, porque "todo iba a ir bien". En estos doce meses -por perder- he perdido hasta el control, haciendo del juego un tablero de triángulos escalenos a punto de vomitar. Pero hasta las reglas de la geometría son accesibles a un corazón inquieto.
La verdadera fortaleza no reside en esconderse tras una capa de invisibilidad (que decía el mago). No conviene dejarse llevar demasiado por ilusiones mágicas y salirte del camino de la realidad. A veces, es mucho más sencillo aceptar la derrota, cambiarse de traje, y salir a reinventarte. A veces, lo más sensato es sentarte en una barra con tu gente, mirar de frente el vaso, y empezar a llenarlo. Lo que pasa después tiende a ser un misterio.. Siempre he sido de las que terminan sin ver el vaso, tal vez porque me gusta demasiado llenarlo.