13 de septiembre de 2015

Los ojos de Jorge

Los ojos de Jorge están abiertos al mar, en un combate de azules preciosos. Me explicó que esos ojos son de su madre, que también se enfrenta al mar a diario, pero desde arriba, que es desde dónde se ha de mirar el mundo. A mí siempre me ha gustado mirar ciertos ojos (que son mundos) desde arriba. Ese es el vértigo que paraliza, y te corta en dos, como diciendo "ves? sigues viva". 
En los ojos de Jorge nace un presente cada segundo, y se vuelven duda e incomprensión cuando le pregunto si vale la pena que nos desviemos un par de cuadras para ver un partido de baloncesto. Él no conoce la pena, y mucho menos su valor. 
Los ojos de Jorge conviven con los ojos de decenas de niños, que -dice- son la esperanza del mundo. Y entonces ya nos vemos obligados a perdernos en el pensamiento de José Martí, que debiera ser referencia obligada para cualquier maestro, pedagogo, psicólogo, político, filósofo, persona. Pero  caemos en la cuenta de que no hay tantas personas en el mundo capaces de volar, y mirarlo desde arriba. Tampoco se le echa mucha cuenta al presente, porque parece que lo más práctico es proyectarnos, desde un individualismo atroz, en un plano futuro. Eso es lo que nos permite dormir por las noches, aunque a escasos kilómetros haya niños a los que les han arrebatado su derecho de ser esperanza, de ser niños. 
Los ojos de Jorge sonríen cuando me pierdo en mil dudas. Y entonan una gran negación si planteo que tal vez debiera pensar menos. "Desconfía de quienes te digan que no has de pensar tanto. Si acaso, se selectiva con tus pensamientos, y valora bien a qué y a quién se los regalas". 
Lo de sentir es el motor de un mundo cada vez más enfermo. Ya poco queda por hacer. Y en eso también estamos de acuerdo. "Que tú sientes?" Es una pregunta recurrente en los ojos de Jorge. Y entonces le hablo de trincheras, y versos. De canciones. Le hablo de mentiras, de soledad, y de miedo. Le hablo de sueños que se quedaron en el camino. Pero también le hablo de un presente que surge como de la nada, y alumbra todo. Ahí es cuando el reflejo de los ojos de Jorge muestra una Eme bonita (o eso dice él). "Una muchacha bonita, ya tú sabes. Has de pelear siempre por lo que sientes. Pero tú no puedes mendigar nada, porque si tú mendigas, sólo tendrás restos, y vacío. Migajas. Y de migajas no se come, ni se vive".
Y en esas andamos. Viviendo.