31 de enero de 2010

Cantaurock Solidari 2010


Ya no hay marcha atrás... en breve una entrada como el evento merece. De momento, un poco de publi...

24 de enero de 2010

Carta de un náufrago

Hace ya siete meses, tres días y dos horas
naufragué en esta isla que no está en ningún mapa.
La primera semana lloré como un muchacho
asustado y el miedo vino a vivir conmigo.

Luego maldije a Dios los quince días siguientes,
y me pasé tres días sin agua ni comida.
Los siguientes dos meses he añorado tu cuerpo
y soñado con el tibio roce de las sábanas.

Cada noche encendía hogueras en los montes
pendiente de que un barco pasara por delante
de esta isla maldita . Y en la playa he dejado
mensajes de socorro pidiendo que vinieras.

Arrojé cien botellas con mensajes urgentes.
Y durante tres meses aprendí que la vida
es un cangrejo, un fruto, el agua del torrente,
el sol que cada tarde pinta de rojo el agua.

Ya no siento temores. Recuerdo vagamente
que más allá del mar hay fusiles y espadas
y hombres que maldicen haber nacido un día.
Y que aquel mundo era una isla de monstruos.

Ayer me desperté cantando sin que nadie
me dijera: “Estás loco ¿A qué tanta alegría?”

Y cada tarde escribo en la arena unos versos
que borran las mareas y que de nuevo escribo.

Hoy he visto pasar un barco no muy lejos.
He apagado raudo la luz de las hogueras
y he borrado todos los mensajes de auxilio.
Afortunadamente el buque ha pasado de largo...

PD. La semana que se avecina pinta dura, ahora mismo saldría corriendo a una isla (Peumayen, por ejemplo) y, una vez allí, buscaría la manera de traerte conmigo para no regresar jamás. Pura vida!

17 de enero de 2010

Altibajos

La manera de controlar los vaivenes emocionales pasó de largo por mi puerta. Me quiso dejar a oscuras, ciega de raciocinio... Desde entonces me gusta engancharme a cualquier luna, y tranformarme como ella: crecer, decrecer y menguar para llegar a un estado de plenitud esporádico y perecedero. Porque, por más que lo intento, no consigo ceñirme a esa fina linea de cordura que sería la vida normal. Así que me decanto por cantar, y bailar, y volar, hasta que salga el sol. Convencida de que lo mejor está por llegar, os espero. Y deseo que, algún día, podáis entender mis mensajes, sin horror, sin miedos... porque, entre tanto pasar y pasar de días normales, a veces una oportunidad con olor a romero se sienta a nuestro lado. Sólo hay que girar la cabeza y mostrarle la mejor de nuestras sonrisas.
Feliz semana.

15 de enero de 2010

Sin mirar atrás.

Hoy de nuevo he sentido la necesidad de huir, de salir corriendo y no parar hasta llegar al mar (el de allá, el del otro lado). Siempre queremos escapar después de una dura jornada laboral, o de una discusión gris, de esas que huelen a fábrica de cemento. O del miedo, a perder o a ganar, o a sentir demasiado tarde, o a dejar de sentir. Queremos escapar del ruido, del silencio, del orden y del desorden, del dolor y del placer inoportuno... Con más o menos dificultad y alguna que otra pataleta, asumimos que huir forma parte del todo que somos, o esperamos ser. Ahora bien, siendo muy optimista, diría que, en la vida, hay una huída, la más hija de puta de todas, que nos abre el corazón en canal para que vivamos con una tarea perpetua que pesa más que la losa de Baudelaire: recomponerlo, recomponernos para llegar a ser algo parecido a lo que fuimos antes del hachazo letal.
Para ello, yo me refugié en La Habana, por sus calles me iba despojando de la pena entre canciones improvisadas y botellas de ron. El sol casi hiriente de los días de aquel agosto, se encargó de quemar dónde más dolía.
Yo sé que mi lugar está allí, en un pedazo de piedra del distinguido muro del Malecón, desde donde el mar parece abrazarte, y susurrarte que el mundo contigo es más bonito. Desde donde todos te arropan, sin ni siquiera conocerte, porque no tienen ni puta idea de lo que es la indiferencia.

PD. Esta noche celebramos el cumpleaños de Francesc, y lo haremos con botellas de Ron. A Francesc (y a Olga) les conocí en La Habana y ellos no lo saben pero, cada vez que brindo con ellos, les agradezco que aquella noche de tango y droga decidieran salvarme.

10 de enero de 2010

El hombre es un lobo...

Parece bastante obvio que no existen pactos gratuitos, ni desinteresados. En ocasiones, este sentimiento crece, y sigue creciendo hasta desproveer de mi mente cualquier connotación de buen gusto. Así que esta tarde, de domingo cómo no, pienso en cuánta razón tenía el bueno de Hobbes...