17 de abril de 2018

Freud, Kant y otros asuntos

Te lo digo desde el convencimiento más firme "siento mucha pena por todas esas personas que no se han caído nunca, que viven en una línea recta". Él siempre concluye las conversaciones con frases de este tipo, porque sabe, también desde el convencimiento más firme, que toda alumna tiene una fe ciega, casi mágica, en las palabras del que fuera su maestro. Quienes tendemos a sentir con las manos llenas de nada y la fuerza desgarradora de un ciclón necesitamos en nuestra vida a ese ser que, sabiendo de lo que hablamos, consigue llevarte al otro lado para que puedas echarte un vistazo con un poquito de distancia. Una vez allí, es otra dimensión, como un mundo paralelo desde donde te reconoces a medias. 
Yo, y también lo digo desde el convencimiento más firme, siento una profunda admiración por todas esas personas que acaban con el agua hasta el cuello, porque quieren ver el panorama desde abajo, porque sólo en ese espacio reducido que casi ahoga, puedes agarrarte a ti misma y encontrar tu puto punto de fuga. Admiración, nuevamente, por quienes aprendemos a valorar lo que tenemos, porque algún día no tuvimos más que miedo. Admiración por los que hemos besado el suelo enfangado tras unos pasos que nunca alcanzaremos. Por los que, en nuestra lucha eterna por llegar a algún lugar y -estando a escasos centímetros de la meta- retrocedemos para rescatar a quién sea y lo volveríamos a hacer cien mil veces. 
Y en estas llega Freud. Y Kant. Y otros asuntos.

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